En 1895 los belgas Paul Otlet y
Henri La Fontaine lograron con sus trabajos que la “Documentación” tuviese el
estatuto de disciplina científica autónoma. Utilizaron el término por primera
vez en 1905 para designar la actividad
específica de recogida, tratamiento, archivo, búsqueda y difusión de
documentos.
La II Guerra Mundial generó una
“necesidad y explosión” de información y documentación. Esto perfeccionó la
tarea de esta Ciencia, que a partir de los años 60 se definiría como: colección,
documentación, clasificación, selección, diseminación y utilización de la
información.
La llegada de ordenadores a los
diarios y demás centros informativos posibilita la creación de centros de
documentación, auténticos depósitos informatizados de textos, imágenes,
sonidos, o la combinación de ambos siendo la gran revolución para el campo de
las ciencias de la información el hecho de poder estar organizados permitiendo
su búsqueda automática.
La aplicación de las nuevas
tecnologías a la Documentación abre una nueva etapa: La edad contemporánea,
guiada por los avances tecnológicos en Informática, telecomunicaciones y
técnicas documentales. La última tecnología se adaptada rápidamente para la
selección, análisis, recuperación y difusión de la información. Todo lo que
antes se hacía de forma manual, ahora es automático permitiendo un acceso mejor
y más rápido a la información.
Para Otlet era un sueño que se
pudiera realizar una cooperación universal de todos los científicos para el
progreso de la ciencia. Pensemos entonces transcurría muchísimo tiempo entre un
avance científico y su divulgación. Había que conseguir de alguna manera
establecer los cauces necesarios para la transmisión de descubrimientos, era
necesario posibilitar el acceso a información actualizada. Soñaba con un fondo
documental gigantesco donde estuviese toda la información actualizada de todo
el mundo científico… su sueño hoy en día se ha cumplido con Internet.
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